Descripción |
Un grupo de jóvenes mujeres desempeñó una sorprendente labor en Telesincro, la empresa que fabricó los primeros ordenadores comerciales en nuestro país. Eran tejedoras de 'software': debían colocar escrupulosamente hilos de cobre en unas placas que almacenaban los programas. Una labor ardua y no siempre bien pagada, semejante a bordar una mantilla, que satisfacía a unas y disgustaba a otras. |