Descripción |
La discriminación de las mujeres tiene un carácter tan pandémico que no resulta fácil hallar un argumento sobre el que la ciencia, o más bien la práctica científica, pueda añadir algún ángulo nuevo, interesante, valioso. En ciencia, las mujeres dominan en los estudios universitarios y las primeras fases de su formación eterna, y empiezan a escasear en cuanto subimos por el escalafón del poder, pero esto es lo que ocurre en cualquier otro ámbito, ¿no es cierto? También han estado peor pagadas que —y discriminadas por— sus colegas masculinos, como pasa en todas partes. ¿Qué puede aportar, entonces, la ciencia a la agenda feminista? |