Descripción |
El cuarto propio de Celia Amorós está al acabar el pasillo y después de una gran cocina diáfana en un piso céntrico de Valencia. En las estanterías, bien acompañados, saludan a las visitas Simone de Beauvoir, Sartre, Virginia Woolf, pero su mesa de trabajo parece congelada, sin papeles ni lápices, y aventura la mala salud de la que se duele esta mujer sabia. El tablero del pensamiento y la creación lo ocupan ahora las fotos risueñas de sus colegas feministas años atrás. |